DiVagaCiencIA

11.3.06

A bluffing mind

Hablando de Dennett, dentro de sus hipótesis en torno a la conciencia una de las principales es que la experiencia consciente está sustentada en atribuir a la realidad una estructura narrativa, que ser consciente es ser autor de ficciones y que este proceso creativo se da independientemente de la veracidad de dichas ficciones… en pocas palabras que en nuestras mentes el que haya ficción es más elemental que el que haya veracidad.

Esto explica por qué una novela o película puede ser muy buena y al mismo tiempo estar plagada de mentiras. Ignorando los casos en que se mienta con el propósito principal de ocultar una verdad, los más interesantes son quizás aquellos en que se sacrifica la verdad con el fin de hacer a una historia más atractiva o más narrable. El problema aparece cuando tratan de hacerse narrables experiencias claramente inenarrables como son las labores intelectuales, tal es así que los retratos cinematográficos del quehacer científico a los verdaderos científicos muchas veces acaban causándoles risa.

Un ejemplo clarísimo es la película “A Beautiful Mind.” Sin contar con que la comunidad psiquiátrica coincidió en calificarla como un mal retrato de la esquizofrenia, la construcción del personaje de Nash se sustentó en la representación de la “pasión” del genio, enfrentando el problema de cómo hacer narrable una pasión tan inaccesible a la mayoría de las personas, por lo que acabó cayéndose en algo que a quienes tenemos una noción del significado de dicha pasión nos parece una mala caricatura.

Me acuerdo que Rockdrigo Salmón y yo solíamos jugar a que cada que llegábamos a un salón de clases y encontrábamos a gente de la clase anterior nos poníamos a platicar en voz alta y a rayar el pizarrón inventando tarugadas atiborradas de falsos tecnicismos, así como: “pienso que la hipervarianza fractalo integral de tus cálculos tiene error de orden theta…” que para quien no entendía podría parecerle fumado-apantallador. Si ya entendieron de qué hablo entonces coincidirán también en que este tipo de “blofeo” (entiéndase por el engaño –bluff- en el poker, perdón por el pocheo) es sobre el que los guionistas suelen construir a los personajes de películas.

Algunos dirán que soy un purista, que en realidad estos detalles son irrelevantes para contar una buena historia, lo que a mí me preocupa es que a diferencia de que el hacer un mal retrato de la labor de un bombero probablemente no influya en que los verdaderos bomberos cambien su forma de trabajar puesto que no depende de cómo se narre, cuando se intenta retratar la labor de alguien que se dedique a estudiar entes abstractos -como la conciencia- el cómo hacerla narrable influye en la misma labor. Como lo señala Dennett la conciencia es uno de esos fenómenos que dependen de la idea que se tiene de ellos.

Nada más para mostrar el extremo al que se puede llegar en pos de una narración les pongo de ejemplo la escena de “A Beautiful Mind” en donde se muestra cómo el protagonista llega a la idea de lo que se llamaría en su honor “equilibrio de Nash.” En teoría de juegos se dice que hay un equilibrio de Nash cuando para cualquier competidor el cambiar de estrategia sólo le da peores resultados.

En el caso de la película se tiene el problema de cortejar a un grupo de mujeres entre las que se encuentra una rubia atractiva, por lo que Nash llega a la idea de que ignorándola todos incrementan sus posibilidades de quedarse con una de las demás, mientras que si todos se fueran sobre la rubia muy probablemente los rechazaría a todos y las demás no los pelarían. Siendo las dos posibles estrategias 1. llegarle a la rubia y 2. no llegarle a la rubia, si todos acuerdan en la segunda existe la posibilidad de que si alguien traiciona a los demás y corteja a la rubia esto puede darle mayores ganancias, por lo que el acordar en no cortejarla no es un equilibrio de Nash…